28 diciembre 2010

No basta con hacer lo bueno.

(Hechos 16:6-10)
Es muy probable que en tu armario tengas varios trajes que te gustan y que pudieras ponerte. Sin embargo, cuando abres la puerta no te pones lo primero que aparece ante tus ojos, sino que escoges de acuerdo a tu gusto, la ocasión, el lugar y la combinación que deseas hacer con otras piezas. ¿Se trata de separar la ropa buena de la mala? No, se trata de seleccionar la correcta. Lo mismo sucede en un restaurante, todos los platos se ven buenos, no hay malos, pero, ¿cuál es el correcto para ti en ese momento? Predicar a Cristo es muy bueno, sin embargo la Biblia nos relata que el Espíritu Santo les prohibió a Pablo y a sus compañeros anunciar el evangelio en Asia y en Bitinia. ¿Qué raro verdad?
El texto no explica por qué, pero seguro que Dios tenía sus motivos. Tal vez porque no era el momento, o porque precisaba que Pablo, Silas y Timoteo se fueran a Macedonia, como efectivamente lo hicieron. Y es que no basta con decir que vamos a hacer algunas cosas simplemente porque son buenas. Eso suena bien, sin embargo, si deseas agradar a Dios con todo tu corazón debes afinar tu puntería, pues hay miles de asuntos buenos que podrías hacer para el Señor simplemente porque son buenos, mas su deseo es que entre esas miles de buenas posibilidades hagas la correcta, la que Él desea para ti en ese preciso momento, en ese preciso lugar, con esas precisas estrategias, con esas precisas herramientas y recursos y con la motivación adecuada. Claro, la pregunta que se sigue es: ¿Y cómo hago para conocer la voluntad de Dios con tantos detalles? La respuesta es: en comunión permanente con Él. Dios jamás entrega una misión y luego se va diciendo que se volverán a ver en el cuartel general cuando todo esté concluido. No, ni tampoco te da todos los detalles al inicio. Él más bien te va entregando pedazo a pedazo, cada día, las fichas del rompecabezas. Él te acompaña en el paso a paso. Te guía, te ubica, te cuida, te rodea de la gente indicada. Así es que no estés esperando la voz de un ángel diciéndote: “Termina con Juanita y cásate con Rosita. Estudia ingeniería mecánica. Toca el piano. Compra la casa”. No, Él te encaminará de diversas formas y confirmando siempre con su Palabra, no te dejará con dudas, pero eso sí, necesita que no pierdas el contacto, por lo cual tu equipo de comunicaciones, la oración, debe estar encendido, a toda hora.

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