07 mayo 2011

¡Qué viva el gozo!

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Luis tenía el encargo de recoger en el aeropuerto al predicador que vendría de visita a su iglesia, y aunque sabía cuál era la aerolínea y cuál el número de vuelo el problema es que no lo conocía físicamente. Se apostó entonces a la salida del muelle internacional a esperar, cuando de repente, uno de los pasajeros llamó su atención. Casi podía aseverar que esa persona era a quien esperaba, por lo cual amablemente se le acercó y preguntó:
-         Perdona, eres tú el predicador invitado a nuestra iglesia
-         No, yo no, esta cara que tengo es por culpa de una úlcera que me está acabando.
¡Qué triste que algunos tengan esa imagen de los cristianos! Pareciera que entre menos sonrisas se pudieran dejar ver, más espirituales pudiéramos ser. Pero el gozo del cristiano es uno de los síntomas de su buena salud espiritual. No es lo mismo que la alegría, pues la alegría es un estado emocional que depende de las circunstancias, de manera que cuando todo marcha bien, estoy alegre, pero si todo va mal, estoy triste.
El gozo en cambio, al no ser un estado emocional, sino un estado espiritual, es mucho más profundo y estable, no depende de las circunstancias, sino que se sobrepone a las mismas. Mientras que cualquier persona debe esperar a sentir algo de alegría, un cristiano no tiene que esperar a que le llegue el gozo, sino que se viste de él, lo asume, decide estar gozoso, porque es una decisión que se hace posible gracias a que el Espíritu Santo lo produce en su interior. Si así no fuera no podríamos entender el consejo del apóstol Pablo que nos indica ponernos gozosos cuando estamos atribulados. Aparentemente esto suena loco, pues es ilógico pedirle a una persona que se ponga contenta cuando sienta tristeza. Pero en la vida espiritual cristiana lo anterior no es una locura, sino una realidad, gracias a que una de las nueve características de la llenura del Espíritu Santo es el gozo. Las otras ocho, según el listado de Gálatas 5:22 en la Biblia son: amor, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza. Cuando Pablo ordena que estemos gozosos lo que ciertamente nos está diciendo es:
“Oigan muchachos, aunque realmente tengan motivos para estar tristes, cambien esa cara de limón y decídanse a estar gozosos, porque son ustedes los que manejan sus emociones y no las emociones quienes los manejan a ustedes. Así que ahora mismo asuman el gozo”.

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