18 mayo 2011

Sé sabio, toma buenas decisiones, piensa bien.



(Proverbios 3:13, 21).

Cuando el nuevo gerente de la empresa salía de la oficina le preguntó al antiguo, quien recogía algunos objetos personales de su escritorio rumbo a un merecido retiro:

- Dime una cosa, ¿cómo pudiste sacar esta empresa adelante cuando contabas con tan poco capital en sus inicios?

- Dos palabras: sabias decisiones.

El joven agradeció la respuesta, salió y cerró la puerta. Pero unos segundos después:

- Perdona que te moleste de nuevo, pero, ¿cómo se toman sabias decisiones?

- Una sola palabra: experiencia.

El nuevo ejecutivo cerró de nuevo la puerta, pero sin haber transcurrido ni siquiera un minuto volvió a abrirla para interpelar por tercera vez al veterano hombre de empresa:

- Esta si es la última pregunta, ¿cómo se logra la experiencia?

- Dos palabras: malas decisiones.

La historia anterior es muy enriquecedora, pues por un lado nos presenta a un joven ejecutivo que en lugar de presumir de sus conocimientos, de su título profesional y de su nuevo cargo, por el contrario demuestra humildad y deseos de aprender de quien le ha antecedido exitosamente. Y por el otro lado nos deja ver a un veterano hombre de empresa que está dispuesto a reconocer que el éxito se logra con buenas decisiones, pero que para tomar buenas decisiones hay que tener experiencia, y que la invaluable experiencia también se consigue cuando se han tomado malas decisiones. Una frase muy sabia dice que inteligente es aquel que aprende de sus errores, y sabio es aquel que aprende de los errores de los demás. No tenemos necesariamente que “meter la pata” nosotros mismos, podemos aprender de quienes ya han fallado y nos comparten sus conocimientos. Por eso es que vale la pena tomar consejo de los padres, de los profesores, de los líderes, de profesionales que poseen mayor recorrido que nosotros. Por ejemplo, no hay que ser tan sabio para conseguir dinero, pues cualquier banco te lo puede prestar, pero sí debes ser sabio para saber manejar ese dinero, pues si no lo eres, perderás dicho capital y quedarás en peores condiciones que antes, ya que ahora tienes una deuda. Es por ello que Dios nos dice en el libro de Proverbios que actuemos con sabiduría, que tomemos sabias decisiones, y que pensemos muy bien todas las cosas.

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